martes, 22 de noviembre de 2011

Reflexión de la conferencia en SILADIN sobre la "Foto Antropológica".

Creeo que la conferencia me ayudo a entender un poco respecto a lo que hemos visto, ya que la fotogrofia habla por si sola y es una manera mas de expresarnos, talves una imagen no puede decir nada o decir mucho, pero ayuda mucho a entender respecto al tiempo en que se vive y los problemas que hay en esa sociedad, aunque tambien creo que nos puede llegar a confunir ya que muchas avces a pesar de pertenecer a la misma epoca y a la misma sociedad, pueden reflejar diferetes cosas, y esto en detreminado momento llegar a confundirnos, pero creo que la fotografia ayuda bastante.
Una de las imagenes que mas me gusto es una en la que se veia a un hombre joven cargando a un bebe, en lo personal creo que refleja un poc la epoca en la que vivimos actualmente, ya que hay cierta igualdad.
Aun en el siglo pasado las mujeres eran las que se dedicaban al hogra y  al cuidado de los niños,; actualmente ya no es asi y creo que esa fotografia lo refleja muy bien.

Bazan Urbina Sofia

En mi opinión la conferencia fue de gran ayuda para nosotros, ya que nos da una visión mas allá de la nuestra, desde otras mentes y pues gracias a esto ampliar nuestro sentido critico. Lo que me agrado de este evento es que tal vez no fue tan aburrido para nosotros los estudiantes ya que se trato con personas jóvenes que casi están de nuestra edad y eso amplio su facilidad de comunicarse y a nosotros de entender.
Pienso que la fotografía resulta un aspecto muy importante en nuestras vidas ya que representa un arte visual con el cual podemos comprender un contexto mas avanzado con lo que se esta viendo, a diferencia de si leemos un texto. 
No obstante la organización de nuestros compañeros expositores fue no muy precisa, ya que el tema central fue "la fotografía" y ellos hablaron mas sobre el aspecto antropológico. 
Sin duda nunca había visto a la fotografía en este aspecto así que considero fue un gran aprendizaje para mi.


Pérez González Danya Isabel

REPORTE VISITA AL CASTILLO DE CHAPULTEPEC

El equipo acordó  un lugar de llegada para recorrer el museo juntos, el día sábado 12 de noviembre del año 2011.
A las 2 pm en la estación del metro Chapultepec de la línea rosa. Llegamos ahí a la hora acordada, mis compañeros Sofía, Steven y yo, después, en la entrada del castillo nos encontramos a los otros miembros del equipo Alexa y Taniel.
Ingresamos a un jardín muy bonito que se encuentra a un lado de la entrada del castillo, tomamos fotos, y después entramos a una sala en donde se encontraban varios murales y biografías de los personajes que participaron en la guerra de México- Estados Unidos.
Salimos de ahí y entramos a un cuarto que tenía carruajes de los que habitaban en el castillo, esa parte nos gusto mucho uno en especial a mi me llamo mucho la atención un carruaje rojo, muy grande y con detalles de bronce. En seguida me sorprendió mucho un cuarto que tenia en unas urnas las medallas, adornos y demás de los habitantes, eran tan finos, de oro y otros metales preciosos, el techo tenía decoraciones muy complejas y hechas con mucha delicadeza.
Al salir de ahí nos dirigimos a las recamaras, fue la parte que mas me agrado ya que tanto las escaleras, suelo y hasta tinas de baño estaban hechas de mármol, las recamaras con tapices finos, al igual que las sabanas de las camas, parecían escenografías de obras teatrales con toda la utilería de metales preciosos, e importados, los muebles igualmente muy muy finos.
Los jardines también fueron un punto muy interesante para mí ya que estaban muy bien decorados, daban armonía junto con las fuentes y la vista.
Al finalizar el recorrido reflexionamos sobre todas las cosas que habíamos visto, y sentí una gran decepción, ya que todo lo que estaba ahí, esas grandes riquezas, fueron creadas gracias al pueblo, todas esas riquezas que fueron robadas de los que verdaderamente han trabajado para nuestro país, y que solo se use para representar a unos cuantos. Es decepcionante ver que nuestro país es tan rico en muchos aspectos y que solo unos cuantos pudieron aprovechar estas riquezas, peor aun peor que hoy en día estamos en misma situación con nuestros gobernantes.


lunes, 14 de noviembre de 2011

CONSIDERACIONES SOBRE EL FACTOR RELIGIOSO EN LA PÉRDIDA DEL TERRITORIO DE TEXAS,  1821-1835

México, un país católico preocupado por integrar su territorio
México nace a la independencia de una preocupación y una condición; resolver el problema urgente de poblar las zonas fronterizas. Desde los primeros tiempos de la colonia fue evidente la necesidad de poblar las fronteras que se fueron  reconociendo  como  tales: las misiones  y presidios del norte fueron la respuesta a la amenaza de penetración de otras naciones. Pero, presidios y  misiones no fueron suficientes para propiciar  el poblamiento. Antes de que la independencia, se había aprobado en las Cortes españolas una ley para distribuir tierras y propiciar la colonización en las zonas no desarrolladas. En México, durante los años de lucha 1810- 1821, no abundaron las preocupaciones sobre el particular, aun cuando Morelos en 1813 estableció requisitos para la inmigración que desde luego perfilaban ya los de los años por venir. Los inmigrantes debían ser católicos romanos y artesanos. La Constitución de Apatzingán, ofrecía la ciudadanía mexicana a los extranjeros de religión católica con la única condición de que no se opusieran a la independencia de México. La cuestión de la inmigración, en el caso de México resultaba absolutamente unida a la del aumento de la población. “Aproximadamente siete millones de mexicanos formaban la población de 1821 y no bastaban para poblar un país que se extendía de Oregón a Yucatán y de Texas a Guatemala.”En realidad, aceptada la idea de dirigir la inmigración a las regiones fronterizas. Lucas Alamán, en sus observaciones como ministro de Estado durante la primera década del México independiente, mostraba la esperanza de que las tierras de la frontera norte pudieran ser domeñadas por agricultores europeos.
El  periodo de 1820 a 1830 parece ser el de mayor preocupación por el asunto y por ello se elaboraron de leyes sobre él. En agosto de 1822 José Bernardo Gutiérrez de Lara presentó un proyecto de ley general de colonización que garantizaba la libertad, propiedades y derechos civiles a todos los extranjeros católicos.
Un proyecto similar fue presentado por Valentín Gómez Farías. Quizá, proponía que en vez de doscientas familias se pidiera a los empresarios cincuenta familias para proceder a la colonización. “El debate en la Tribuna del Congreso fue breve porque no estaban a discusión ni el valor ni lo deseable que era la inmigración.”
La ley no alcanzó a ser aprobada; Iturbide disolvió el Congreso y creó la Junta Nacional Instituyente, que revisó y aprobó el proyecto de la Comisión de Colonización, ya desaparecida; de allí resultó la ley del 4 de enero de 1823, que tuvo corta vida, porque, acto seguido Iturbide fue destronado, y el nuevo ministro de Estado don Lucas Alamán afirmaba, en noviembre de 1823, que México aún carecía de una ley de colonización aceptable. En octubre de 1821 fueron aprobadas dos leyes que revelan su influencia. Una exigía que los extranjeros se registraran ante un funcionario local y declararan el propósito de su estancia en México; la otra se refería a la autorización que debía otorgarse a los extranjeros para invertir en la minería.
Por esos años (1823-1824), Alamán tuvo noticia de que la inmigración estadounidense era cada  vez más difícil de controlar y si no se  ponía fin al desorden, México pagaría un alto precio para restablecer su soberanía. Eso lo llevó a insistir en el año de 1823 en que se necesitaba una ley general de colonización.
El 31 de enero de 1824 se formuló el Acta Constitutiva que establecía el régimen federal y cuando Guadalupe Victoria   tomó posesión  como primer  presidente de la República, el Congreso ya había aprobado la ley del 18 de agosto de 1824 que   se convertiría en la piedra angular de la colonización de México. Pero, a diferencia   del documento formulado durante el gobierno de Iturbide, que buscaba abarcarlo todo, la nueva ley reflejaba las mal definidas limitaciones del poder que se derivaban de un sistema federal inexperto. Lorenzo de Zavala explicó que la ley expondría las líneas generales y dejaría a los estados algunas de las cuestiones específicas.
Texas pertenecía al estado de Coahuila, el cual, en marzo de 1825, formuló una de las leyes más liberales en materia de colonización: “Todo Coahuila y Texas se entregaba a los extranjeros sin más taxativas que el requisito de profesión religiosa, y la prohibición de ocupar terrenos comprendidos dentro de la zona fronteriza de veinte leguas y de diez a la orilla del mar”.
Así, pues, si en las hondas preocupaciones de don Lucas Alamán estaba la de los inmigrantes extranjeros en la zona fronteriza, no le correspondía en ese momento tener mayor injerencia en la cuestión.
 Zavala, que con frecuencia se encontraba en malos términos con Alamán, representaba el polo opuesto a la política cada vez más restrictiva que éste seguía con respecto a Tejas. El gobierno de México, escribió Zavala en su Ensayo histórico, era un anacronismo, mientras que el de los Estados Unidos era un modelo para el progreso. Se negó a aceptar la tesis de que el conflicto entre los Estados Unidos y México respecto a Tejas era inevitable y para él la colonización de Tejas por estadounidenses era el primer paso de un proceso pacífico en el que los mexicanos adoptarían las costumbres superiores de los colonos. En 1825 se efectuó la conexión entre el ministro Poinsett  y la “extrema  izquierda del federalismo” organizados dentro de las logias del rito yorkino de la masonería, es conveniente recordar aquí las palabras de Poinsett al ministro de los Estados Unidos en la Gran Bretaña: “Vine aquí dispuesto a hacer causa común con su enviado, para extender los principios liberales de comercio, para la protección mutua de nuestra industria y capital y para la difusión de sentimientos religiosos más tolerantes”. Y justamente era en el terreno de la tolerancia religiosa en donde tocaba las fibras sensibles de algunos liberales
Alamán, de regreso en el gobierno, quiso poner orden al problema de Texas. La  proposición de Alamán era unir a Texas con la nación, antes de que fuera demasiado tarde prohibir que se establecieran los estadounidenses. Fomentar la   emigración de mexicanos al norte y permitir que entraran extranjeros de distintas lenguas y costumbres a las de los norteamericanos, además de aumentar las tropas para defender el territorio. El 6 de abril de 1830 se expidió una ley, cuyo artículo 11 se refería a la colonización:
El 18 agosto de 1824, se prohíbe colonizar a los extranjeros limítrofes en aquellos estados y territorios de la federación que colindan con sus naciones. En 1823, el Congreso de la Nación Mexicana convidó a los ciudadanos de los Estados Unidos del Norte a poblar las fronteras y como aliciente ofreció una liberal donación de terreno a cada familia, el presupuesto objeto del gobierno era habitar el desierto y someter el país a los mejores intereses de la nación, era entonces desconocido el hombre civilizado, era la mansión de los rapaces y hostiles indios.
Por su parte, la legislatura de Coahuila y Texas también propuso su derogación; se alegaban los perjuicios acarreados por el mencionado artículo 11. Entre otras cosas, impidió los grandes contratos de colonización con individuos laboriosos de una nación amiga.
Finalmente, se consiguió la derogación del artículo el 14 de octubre de 1833. Se autorizó al gobierno de Coahuila  y Texas  gastar las cantidades necesarias en la colonización de los territorios de la federación y demás  puntos baldíos en que   tuvieran facultad de hacerlo. Se le autorizó para que con respecto a los terrenos colonizables tomara cuantas medidas creyera conducentes a la seguridad y al mejor progreso y estabilidad de las colonias.
Vicente Rocafuerte, como diplomático mexicano en Londres, había sido testigo del fracaso de los proyectos de colonización por la incapacidad del gobierno de México de garantizar la tolerancia religiosa.
De hecho, unos por cada causa -pudo ser la tolerancia- y otros por otra, no consiguieron los tan anhelados emigrantes católicos para solucionar el problema del poblamiento del lejano territorio.
Los conservadores que, teniendo como punto de partida la Constitución de 1824, querían garantizar la supremacía de la Iglesia católica, le daban el carácter de religión del país a la católica y excluían la tolerancia de las demás y, por tanto, insistían en que no podía permitirse el ingreso al país de los no católicos. Por su parte, la actitud de   los representantes del liberalismo durante los años que me ocupan nos revela que éstos no perdieron la oportunidad de manifestarse en favor de la tolerancia religiosa, aunque dentro de un marco legal nunca consiguieron derribar la barrera que significaba para México, la intolerancia en materia de religión. Los Estados Unidos, un país protestante ocupado en su expansión Cuando en abril de 1814 Samuel Kemper junto con Bernardo Gutiérrez de Lara se apoderó de San Antonio de Béjar y proclamaron desde su plaza pública la independencia de México, el hecho despertó un enorme interés en los Estados Unidos y vigorizó las esperanzas independentistas. Lo ocurrido anunciaba “el completo aniquilamiento de la autoridad papal” en aquellas regiones y que la provincia de Texas sacudía el yugo español e instituía un sistema republicano de gobierno”.
En febrero de 1819 España y los Estados Unidos, con la firma del Tratado de Onís, fijaban la línea divisoria de sus posesiones, hasta entonces se respetaba el derecho bien definido de España al territorio de Texas. En los años inmediatamente posteriores, España perdió sus 5colonias; hacia 1821 casi todas se habían declarado países independientes
Vinieron después las fórmulas conocidas de la Doctrina Monroe. “La doctrina Monroe únicamente expresó con toda claridad aquello en que creían los norteamericanos desde los comienzos de su política exterior”. A los ojos de los norteamericanos, el Viejo Mundo de Inglaterra y Europa parecía regresivo, corrupto y plagado por las guerras y los odios tradicionales. El Nuevo Mundo, creían, era democrático, libre, progresista y lleno de esperanzas”.
Pero, las dificultades que encontraron para hacerse del territorio llevaron al gobierno a tomar conciencia de un hecho que para el momento en que fue expresado era, en un sentido, incontrovertible: “Con una población a la que difícilmente podrán gobernar en  un lapso breve no se encontrarán tan  adversos,   como hasta ahora los están, a desprenderse de esa porción de su actual territorio”.
La realidad de la porción de Texas es que seguía siendo una región poco conocida y casi deshabitada. El núcleo de la colonia de Stephen Austin, heredero de   l a   concesión hecha  a  su padre por el gobierno virreinal, era la empresa reciente que estaba lista para arrancar. Mientras los colonos se instalaban en las tierras que se les aseguraban, Austin tuvo que ir a la ciudad de México a que el gobierno independiente le refrendara la concesión virreinal. Permaneció ahí desde el 29 de abril de 1822, por espacio de un año, y seguramente influyó grandemente en el gobierno de Iturbide para la elaboración de la primera ley de colonización, regresó a Texas no solamente con su ratificación sino además con un decreto imperial dispensador de concesiones a quienes las solicitaran para traer colonos, mediante el cumplimiento de requisitos fáciles de satisfacer.
También fue en suelo de Texas, en 1833, en donde se organizó la primera iglesia protestante metodista. Al año siguiente una iglesia bautista era establecida allí por Daniel Parker, quien interpretaba la ley mexicana de no fundar iglesias protestantes en suelo mexicano como si lo permitido fuera arribar a suelo mexicano con la iglesia ya fundada.
Es innegable que se trataba ya de una forma de penetración totalmente ajena e irrespetuosa de los intereses expresados en la legislación mexicana.  No hay que  olvidar que esto sucedía después de que la concesión otorgada  por España a Moisés Austin permitía el establecimiento de trescientas familias originarias de Luisiana, mediante las condiciones precisas de profesar el catolicismo, acreditar buenos antecedentes de moralidad y prestar juramento al rey de España. Y que poco después de la independencia, Esteban Austin llegó a México para solicitar la confirmación de dicha concesión, misma que le fue concedida hasta un año más tarde, en 1823. En 1824, cuando en México se establecía el régimen federal fue cuando se otorgó a los estados la facultad de legislar sobre materia de colonización; se ha visto ya como fue el estado de Coahuila el que dictó una de las leyes más liberales en esa materia. En abril de 1824, el señor José Antonio Saucedo, ministro encargado del Despacho de Relaciones Interiores y Exteriores, comunicaba al poder ejecutivo lo que a su vez había recibido del jefe político de San Fernando (sic) de Béjar a propósito de la ocupación indebida, por parte de familias angloamericanas, de algunos terrenos pertenecientes a la provincia de Texas.
Y como sabemos, no se equivocaba. Por otro lado, los documentos de las familias establecidas allí hacían referencia a la productividad que habían logrado, a las ventajas de la repartición equitativa de la tierra; al abandono en que se sentían por parte del gobierno. Querían que se publicaran las leyes de  México  en lengua inglesa, que se organizara una milicia y, por último, que llegara hasta allá el correo
En estos casos de respuesta del gobierno, se giraba en el sentido de que a él competía e l   estudio de   esas  posesiones,  y que  por   lo pronto convenía evacuar esos terrenos “quedándoles abierta la puerta del mérito a los individuos que profesan la religión católica, apostólica y romana”.
En cuanto a los mexicanos residentes allí, la información sobre sus condiciones de vida y sus cualidades no resulta muy alentadora. “Esta población heterogénea estaba   repartida de una  manera muy desfavorable para la fracción mejicana. Los extranjeros poseían las tierras más ricas de la zona y se concentraban en ellas; los mejicanos eran en su mayor parte de la antigua población presidial, heroica y diseminada en lugares de gran peligro, junto a los desiertos”.
La fricción entre los mexicanos y los norteamericanos, en Texas, probablemente fue inevitable. Los mexicanos, acostumbrados a siglos de paternalismo español, no estaban preparados para aceptar las responsabilidades que los angloamericanos asumieron inmediatamente. Los norteamericanos de Texas,   agresivos,   y   mu y confiados en sí mismos, tenían la certeza de que su forma de vida era más libre, más sana, más feliz, y superior   en  todos   respectos a la de   los  mexicanos.
Es evidente que el camino elegido no conducía, por ningún motivo al fin deseado.   Tarde llegaron las urgentes medidas de Lucas Alamán para contener la fuerza de la colonización anglosajona. Aunque el gobierno no liberal encabezado  por  Santa Anna y Gómez  Farías dio marcha atrás en las propuestas de Alamán, y en una entrevista con Austin, Santa Anna autorizó la entrada de los norteamericanos   a  Texas, la aparente mejoría de las relaciones entre colonos y gobierno fue momentánea.
Los norteamericanos de Texas estaban desconcertados con los giros de la política mexicana y la incertidumbre sobre su situación. El gobierno mexicano se mostró indiferente ante la necesidad de fomentar la educación y el cumplimiento de las leyes, y no dio esperanzas a los norteamericanos de que se separaría a Texas del estado de Coahuila. Esta falta de atención así como las actitudes opuestas  hacia la religión y la esclavitud, contribuyeron al nuevo giro que puso en  peligro el futuro de los vecinos anglosajones y latinoamericanos.

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Reforma de 1833 y Guerra de Texas
Lecturas
Secularización: Estado e Iglesia en tiempos de Gómez Farías
L as tradicionales pugnas entre Estado e Iglesia se recrudecieron como consecuencia de las reformas borbónicas. Durante las Cortes de Cádiz y los primeros años de vida independiente mexicana era un tema de constante preocupación,. La creación de un Estado moderno exigía la supresión de influencias clericales, ya que el buen ciudadano no podía serle fiel a otro poder competidor, la Iglesia. El Estado, desde su constitución como tal, luchó por imponerse a su rival al modificar algunas actividades de la vida cotidiana y abolir otras, aun a sabiendas de las dificultades inherentes a querer cambiar las costumbres mediante leyes y decretos. La primera república federal, y sobre todo su final, bajo el mandato de Valentín Gómez Farías, presenció uno de sus momentos más críticos, por ser el primero después de la independencia; una independencia peleada por algunos sectores de la población, para evitar este tipo de ataques a la Iglesia y a sus costumbres. Los esfuerzos legislativos culminaron, como sabemos, en las leyes reformistas de 1833, muchas rechazadas violentamente por el clero, el ejército y los comerciantes importantes, encabezados por el oportunista Antonio López de Santa Anna.
Al independizarse el país, las dos potestades quisieron reformar y mejorar muchos aspectos de la vida mexicana. La falta de patronato o concordato permitía que por primera vez operara independientemente la una de la otra y en consecuencia, no tardaron en chocar abierta y públicamente. Comprendieron, Estado e Iglesia, que el uno representaba una seria amenaza para la otra y se preocuparon por dejar bien establecidas sus prerrogativas desde un principio, a pesar de las seguridades ofrecidas a la Iglesia en el artículo 3o. de la Constitución de 1824. Los obispos, o en su lugar los cabildos catedralicios en sede vacante, se sintieron personalmente responsables de los bienes y los privilegios bajo su cuidado y obligados a defenderlos tenazmente.
Los conflictos
Parte del intento por crear una sociedad secular, se llevó a cabo mediante la destrucción de las corporaciones. Se quería construir una sociedad de individuos, libres de actuar en provecho propio e indirectamente en provecho del Estado. Esta idea concordaba perfectamente con la forma de definir la “secularización” que tanto preocupaba al gobierno y a ciertos sectores progresistas o modernos. El proceso de secularización significaba reducir paulatinamente la influencia de la segunda esfera. En el plano político esto significaba crear una sociedad orientada hacia el hombre y sus necesidades, no hacia Dios.
Esta nueva sociedad, que se proyectaba ya desde el Renacimiento y especialmente desde la Ilustración, hacía cada día mayor hincapié en el individuo. Tocó a la generación de Gómez Farías intentar abolir los fueros, tanto militares como eclesiásticos, con el fin de procurar una sociedad más democrática, bajo un régimen judicial uniforme. Encerraba, sin embargo, un significado mucho más profundo: quitar a la Iglesia un lugar privilegiado.

La tolerancia religiosa, cuyo logro era un punto importante en la secularización, causó unas polémicas tan conflictivas que se convirtió prácticamente en grito de guerra. La Nueva España había luchado contra trabas a su comercio durante la Colonia así que su independencia permitió la libertad para comerciar con todo el mundo. Las manufacturas inglesas eran especialmente atractivas, ya que consistían en una gama de productos, antes desconocidos, a precios competitivos. Este interés por el comercio implicaba, desde luego, la presencia de extranjeros en suelo mexicano, y era imposible restringir la entrada al país únicamente a los católicos.
 El Estado, por su parte, daba la bienvenida a un grupo cuya influencia podría, en un momento dado, matizar la de la Iglesia.

El gobierno veía la cuestión de los extranjeros, sobre todo los no católicos, con cierta simpatía pero siempre con cautela. Prefería, desde luego, la llegada al país de irlandeses o franceses, cuyos antecedentes religiosos eran más aceptables. La actitud de la Iglesia, sin embargo, era perfectamente clara desde un principio. Con una larga experiencia en el arte de perseguir y denunciar vio en el asunto de la tolerancia el principio del fin de la ortodoxia y lo combatió como enemigo mortal. Si la presencia de protestantes que “han hecho más estragos que los turcos, judíos e idólatras” y que a veces procuraban atraer a los fieles con sus doctrinas, representaba el más ligero peligro para la salud del alma, más valía no correr el riesgo. Eliminar la protección y exclusividad de la Iglesia Católica fue una de las novedades más radicales de la Constitución dada en 1857.
 Por un lado, la Iglesia defendía los suyos como algo que se había apartado perpetuamente para el servicio de Dios, que ya nunca más podría ser objeto de comercio, que estaba por eso en manos muertas y que tenía que ser administrado para proporcionar fondos para el mayor esplendor del culto y decoro del clero.
De acuerdo con el pensamiento de José María Luis Mora, Lorenzo de Zavala, Gómez Farías y otros liberales, los problemas de México se debían en gran medida a la falta de circulante y de libre comercio, de los aranceles internos y externos y de las alcabalas y de la gran cantidad de tierras y riqueza en manos de la Iglesia.
 Lo que no circulaba en el mercado, lo que estuviera sustraído del comercio, representaba un obstáculo que era preciso erradicar para lograr el desarrollo económico del país. La entrada de nuevos caudales a ese enorme repositorio cerrado que era la Iglesia preocupaba a los teóricos y gobernantes; de allí la urgencia de reformar y luego abolir el pago de los diezmos y las dotes.

 A partir de la segunda mitad del decenio de 1820 se legisló activamente en materia eclesiástica en la provincia. Los estados de la federación tenían prohibido hacer cualquier cambio en cuanto a ingresos eclesiásticos hasta que no dictaminara el congreso general, que había retenido para sí esta facultad. Sin embargo, varios estados sintieron la necesidad de corregir algunos abusos y no quisieron esperar la promulgación de una ley federal, un caso que representaba un claro desafío al gobierno central. Data de esta época la creación de juntas estatales para el manejo de los diezmos antes de abolir la coacción civil para su pago. Al mismo tiempo algunos gobiernos, como el anticlerical de Prisciliano Sánchez en Jalisco, mandó observar el decreto de las Cortes del 27 de septiembre de 1820, que prohibía la fundación de capellanías, fuera cual fuera su origen, precisamente para evitar que los fondos necesarios para ellas cayeran perpetuamente en manos de la Iglesia. Sánchez tampoco quería que el pueblo gastara dinero tan necesario para otras obras en sus fiestas religiosas populares, y se prohibió en 1827 el uso de fondos municipales para este fin.

 Algunas medidas anticlericales se habían incluido ya en las constituciones estatales. La de Jalisco y la de Tamaulipas habían acordado, con el fin de controlarlo, sostener el culto con fondos de gobierno. Las de los estados de México y Durango pusieron en manos del gobernador el ejercicio del patronato (lo mismo hizo Jalisco mediante ley en 1826). La de Michoacán otorgaba a su legislatura la facultad de reglamentar la observancia de los cánones y la disciplina externa de la Iglesia. La de Yucatán declaró la tolerancia de cultos, medida anticonstitucional desde luego. La del Estado de México prohibió la adquisición de bienes por manos muertas y negaba jurisdicción a toda autoridad residente fuera de la entidad con excepción de las federales, es decir, negaba autoridad al papa y al arzobispo. Como sabemos, el Estado terminó por imponer por la fuerza sus opiniones respecto a los bienes eclesiásticos, y la jerarquía llegó hasta el destierro al defender lo que creía jurisdicción exclusivamente suya.

 El común de los ciudadanos, enterado y preocupado por el bien de la sociedad, sólo podría concebir que ésta estuviera sujeta al freno de la religión, así como concebía al individuo, por muy libre que quisiera ser, necesariamente sujeto también a este mismo freno. Por eso, hasta los liberales más puros o exaltados de esta época insistían en la enseñanza de la doctrina cristiana en todas las escuelas, fueran del gobierno, particulares o de la Iglesia.
La secularización, como importante factor en las relaciones entre Estado e Iglesia, quedó en etapa de sondeos y tentativas durante la primera república. Los intentos fueron significativos tanto por continuar la tradición liberal española emanada de la Ilustración como por construir las bases de la reforma llevada a cabo veinticinco años después.

Los acuerdos
Algunas medidas del gobierno no incomodaban demasiado a la Iglesia, y a veces abiertamente una autoridad apoyaba a la otra. Estas políticas, más insignificantes si se quiere, lograron cambiar poco a poco las costumbres de la vida cotidiana y permitieron un tipo de vida más apropiado a los negocios o a las preocupaciones laicas, importantes para el funcionamiento del Estado moderno. El gobierno había sido el brazo secular de la Iglesia durante toda la Colonia, encargada de mantener el orden y “buena policía”. Consecuentemente, no era novedad que el gobierno se inmiscuyera en estos asuntos. Desde los tiempos del arzobispado de Lorenzana, se había mandado observar un reglamento para el toque de las campanas, cuyo abuso resultaba molesto para pueblo y autoridades. No tuvo éxito en hacerlo obedecer; cuando el gobierno del Distrito Federal insistió en ello y agregó algunas provisiones propias, la Iglesia no se opuso.

Cuando el gobierno empezó a destinar fondos para la construcción de cementerios fuera de las poblaciones, no hubo quejas. Tampoco las hubo cuando solicitaba informes a los párrocos del número y causa de los decesos, junto con otra información estadística.
Tampoco vio la Iglesia amenazada su soberanía por medidas que el pueblo relacionaba con actos religiosos que en realidad eran tradiciones populares. Así, por ejemplo, en diciembre de 1832 se prohibió quemar cohetes y pólvora el día de la virgen de Guadalupe, porque no contribuían en nada “a la solemnidad ni al culto” esas manifestaciones de gozo popular, pero sí molestaban al vecindario y a veces causaban desgracias.

La religión no era únicamente una parte formal de la vida cotidiana. Invadía la calle con procesiones, imágenes sagradas, pequeños altares instalados en los portales o bocacalles, con volantes que trataban temas religiosos y con cantos, como los de las jornadas de la virgen, costumbre muy antigua, que daba pretexto a los jóvenes para deambular por las calles a altas horas de la noche.

Estos intentos por mejorar las costumbres continuaron después de la salida de Gómez Farías del poder. El interés del ayuntamiento, tanto bajo un régimen federalista como uno centralista, era lograr un ambiente más sano física y moralmente, con o sin el consentimiento de la Iglesia. Es posible que algunas medidas se hayan tomado a iniciativa del cabildo catedralicio, aunque fueran promulgadas como bandos del ayuntamiento.
Los jóvenes “tan adelantados en la carrera de la maldad”, como decía el bando del gobernador del distrito, serían incorporados a la leva y llevados al ejército si insistían en pedir bolo y causar desmanes cuando el monto no era de su agrado. Se enviaban a los arrestados a los talleres del hospicio de pobres cuando tenían menos de dieciocho años de edad.

Ordenar la vida de la ciudad en cuestiones relacionadas con las prácticas religiosas tradicionales requirió cambiar algunas y prohibir otras con el fin de crear un ambiente más propicio a actividades laicas, donde la autoridad que mandaba en cuanto a las costumbres, por lo menos públicas, fuera el Estado y no la Iglesia. Esta tendencia se manifestó durante toda una época y fue privativa de un grupo en el poder, como prueba el hecho de haber salido estos bandos después del fracaso de Gómez Farías por implantar ciertas reformas.
Este proceso de secularización incluía muchas cosas, entre ellas el deseo de retirar la Iglesia de ciertas actividades y de ponerle un límite a su intromisión política cuando ésta era contraria al gobierno. Gómez Farías empezó a sentir la presión de la Iglesia a partir de junio de 1833, cuando algunos predicadores tomaron para sí la tarea de informar a sus fieles desde el púlpito de los desvaríos de la administración pública.

Conclusiones
Si los gobernantes de la primera república federal buscaron normar las actividades de la Iglesia, y en algunos casos convertirse ellos en rectores de esas actividades, el resultado en el largo plazo fue distinto a su intención. El propósito del gobierno había sido, ya desde Carlos III, reformar en beneficio propio o reemplazar con actividades propias las de la Iglesia. No se pensó en separar las dos esferas, pues no se veía la posibilidad de tener potestades independientes una de la otra, cada una con su zona de influencia, dentro del mismo territorio. Sin embargo, la separación legal fue finalmente la única solución hallada. La secularización tuvo poco éxito durante los años de Gómez Farías. Algunas manifestaciones exteriores del culto fueron limitadas; algunas procesiones, como la de la virgen de los Remedios, cayeron en desuso. Otras fueron prohibidas, como las jornadas de la virgen. Se lograron destruir algunas construcciones eclesiásticas ruinosas, se retiraron algunas imágenes sagradas de las calles y se restringió el uso de las campanas.

martes, 8 de noviembre de 2011

CUESTIONARIO "FEDERALISMO Y CENTRALISMO"

FEDERALISMO: es una importante doctrina política que busca que una entidad política u organización esté formada por distintos organismos que se asocian delegando algunas libertades o poderes propios a otro organismo superior, a quien pertenece la soberanía, y que conservan una cierta autonomía, ya que algunas competencias les pertenecen exclusivamente. En otras palabras, es un sistema político en el cual las funciones del gobierno están repartidas entre un poder central y un grupo de estados asociados.
CENTRALISMO: es el sistema de organización estatal cuyas decisiones de gobierno son únicas y emanan de un mismo centro, sin tener en cuenta las diferentes culturas o pueblos a quienes afecta. El centralismo es un modelo de gobierno en el que las decisiones políticas se toman desde el gobierno central.
En esta forma de gobierno el gobierno central asume competencias ante los estados federados.
Sus bases legales.

Las bases legales del centralismo son: es de carácter electivo y renovable, rendición periódica de cuentas ante quienes lo eligieron y quienes se rigen por él, libertad crítica y autocrítica del partido, las decisiones de los órganos superiores son vinculantes para los órganos inferiores, estricta disciplina de partido, subordinación de la minoría a la mayoría, debe haber trabajo y dirección colectivos, responsabilidad individual de cada participante en el proceso de direccionamiento del Partido.
Las bases legales del federalismo son las siguientes:
El federalismo simétrico está basado en la igualdad de competencias para cada filosofía, es decir, cada territorio tendría los mismos poderes.
El federalismo asimétrico dispone de un Estado en el que habría uno o varios territorios con más atribuciones que el resto, este caso se da normalmente en países multiculturales para reconocer las diferencias de una región con respecto a las demás.
Relación pasado- presente en México y el mundo.
Las modificaciones del territorio nacional y mundial se encuentran en función del expansionismo del capitalismo. Con la coyuntura de lucha entre liberales y conservadores en México, Estados Unidos, Francia y España lo aprovechan para apropiarse del territorio mexicano esta temática esta relacionada con el federalismo y centralismo. En el siglo XXI nuestro país se ha usado para el tráfico de armas, de personas, trata de blancas, abuso infantil, etc. Lo que ha ocasionado que algunos sitios fronterizos hayan cambiado en su entorno natural y humano.
Conformación territorial durante este proceso.
Archivo:División política de México (1836-1846).svg
Cortes diacrónicos del federalismo y centralismo.

El federalismo   como principios de organización política y administrativa de los países. Un ejemplo lo constituyen los países de la ex-Unión Soviética, Europa oriental y medio oriental, que ven al federalismo y la descentralización como alternativas al centralismo y autoritarismo y como instrumentos que evitarían la caída de sus sistemas políticos.
Para fines de 1823 se reunió del nuevo congreso. Casi no quedaba duda de que los federalistas dominaban la escena. Miguel Ramos Arizpe, ex – diputado a Cortes, era la dirigente más importante del grupo federalista, que empezó a publicar el periódico El águila Mexicana para hacer propaganda de las ideas federalistas. También hubo un grupo de centralistas convencidos, entre los que se encontraban los historiadores Lucas Alamán y Carlos María Bustamante.
Los centralistas argüían que era necesario evitar un cambio drástico y sostenía que la república centralista era la transición natural y necesaria entre la colonia y una vida autónoma. También publicaba un periódico, llamado El Sol. El ardiente independentista fray Servando Teresa de Mier fue también federalista, pero se negó a aceptar que se hablara de estados soberanos, temiendo la práctica de un federalismo extremista que debilitara el Estado Federal. La experiencia de 1821 a 1854 le había de dar la razón. La palabra "Soberano", que no apareció en la Acta constitutiva, no apareció en la Constitución de 1824, pero el concepto de soberanía en las provincias era tan fuerte dentro de un sistema centralista. Alamán defendía una república como la francesa o la colombiana y, sin embargo, llegó a reconocer que la situación que se había heredado del establecimiento de los gobiernos provinciales con la Constitución de 1812 hacía muy difícil un gobierno que no fuera federal. Sin duda el sistema español nunca fue tan centralizado como hoy de afirma y los centralistas sostenían.
En 1823, la mayoría estaba, con razón o sin ella, por el federalismo, y su adopción en aquel momento salvó la integridad territorial. El modelo principal, porque se consideraba el más cercano a la realidad nacional, fue la Constitución de 1812. En ella se habían solucionado algunos problemas específicos hispanoamericanos, como el de la tributación de los indios, la discriminación de ciudadanos nacidos en América, etc. Sin embargo, en cuanto a la forma en que estarían representados estados y ciudadanos se optó por seguir el modelo norteamericano. Y era natural que así fuera, ya que la fórmula norteamericana había solucionado el problema de darle igual representación a estados grandes y chicos en asuntos de mucha importante, concediéndoles el derecho a todos los estados de tener dos representantes ante el Senado; al mismo tiempo, para que en asuntos que afectaban, hubiera un diputado por cada 80,000 habitantes. Con la Constitución, que se terminó el 4 de octubre de 1824, se inauguró la República Federal, con sus 19 estados y 4 territorios.
Se subrayó la autonomía de los estados, lo que probaría ser funesto para el país, ya que, en cada una de las crisis a que había de hacer frente el gobierno de los estados iba a reaccionar de manera muy egoísta. La supremacía del poder Legislativo también resultó ser problemática, ya que, combinada con un Ejecutivo débil, dificultaría el funcionamiento de estado nacional. Para tener alguna fuerza, el Ejecutivo necesitaba hacer uso de las facultades extraordinarias, y así presidentes como Guadalupe Victoria, que se limitaron a cumplir con el papel que les otorgaba la Constitución, parecen débiles, aunque no sea éste el caso. El 4 de octubre de 1824, a las doce del día, los noventa y nueve diputados del Soberano Congreso Constituyente firmaron la Constitución. Aquellos mexicanos se sentían embargados por una honda de emoción; estaban seguros de que aquella Constitución era la fórmula mágica que conduciría a la nación a su felicidad. A las dos de la tarde se dispararon salvas de artillería desde Peralvillo, Santa Ana, Belén, Loreto, Chapultepec y la Ciudadela para anunciar el gran suceso.

 ¿Qué  sucedía en el mundo? (América, Europa, Asia y África).

Durante la invasión a la Ciudad de México los ejércitos de Estados Unidos al mando de Winfield Scott torturaron y mataron a muchos soldados del Batallón de San Patricio, que colaboraron con la resistencia mexicana. Finalmente, el 14 de septiembre de 1847, los estadounidenses izaron su bandera en el Palacio Nacional. La guerra concluyó con la firma del Tratado de Guadalupe-Hidalgo, en el que México reconocía la frontera texana en el río Bravo y "cedía" los territorios de California y Nuevo México (cerca de 2.000.000 de km² que hoy conforman los territorios de California, Nuevo México, Arizona, Nevada, Utah, la mayor parte de Colorado y la región suroeste del Wyoming).
En ese mismo año, el gobierno de la república decretó la suspensión de pagos de la deuda externa, pues carecía de medios para pagarla. Francia, uno de los principales acreedores, instó a España e Inglaterra a presionar por la vía militar al gobierno mexicano. La marina de los aliados llegó a Veracruz en febrero de 1862. El gobierno mexicano se aprestó a negociar por la vía diplomática, y logró el retiro de los ingleses y españoles.
Los franceses bajo el mando de Napoleón III, por su parte, dieron comienzo a las hostilidades militares. Salvo la batalla de Puebla, ganada por el ejército de Ignacio Zaragoza y las milicias populares del estado, el resto de la campaña fueron victorias para los franceses, que tomaron la capital en junio de 1863. El gobierno republicano, con Juárez a la cabeza, se había trasladado a San Luis Potosí el 31 de mayo. Fue perseguido por los franceses, y finalmente se estableció en Paso del Norte. Mientras tanto, en la capital, el 10 de julio la Asamblea de Notables había nombrado como emperador de México a Maximiliano de Habsburgo. El Segundo Imperio Mexicano duraría hasta 1867, con la rendición de los conservadores y el fusilamiento del emperador en Santiago de Querétaro
En África hubo cambios anunciados y gestados en el pasado pero que se efectuarían. Cambios en todos los ámbitos de la vida y el conocimiento. Revoluciones de todas las índoles tendrían su lugar. La ciencia y la economía se retroalimentarían, el término "científico", acuñado en 1833 por William Whewell, sería parte fundamental del lenguaje de la época; la economía sufriría dos fuertes revoluciones industriales, la primera acaecida entre 1750 y 1840, y la segunda entre 1880 y 1914. En política, las nuevas ideas del anterior siglo sentarían las bases para las revoluciones burguesas, revoluciones que se explayarían por el mundo mediante el imperialismo y buscaría alianza con el movimiento obrero al que, para evitar su triunfo, le cederían el sufragio universal; en filosofía, surgirían los principios de la mayor parte de las corrientes de pensamiento contemporáneas, corrientes como el idealismo absoluto, el materialismo dialéctico, el nihilismo y el nacionalismo; el arte demoraría en iniciar el proceso de vanguardización pero quedaría cimentado en movimientos como el impresionismo A fines del Siglo XIX, el 98% de la población europea sabía leer, escribir, nadar y andar en bicicleta.


Sucesos:
Federalismo:

El Plan de Casa Mata, proclamado en febrero de 1823 y que sirvió como bandera política del movimiento que terminó con el Imperio, contenía una clara orientación federalista al establecer
que las provincias asumirían su propio gobierno en tanto sederrocaba a Iturbide.
La república federal cayó en 1835, por causas como:
·         La polarización política entre los defensores del régimen centralista y los defensores del federalista.

·         El sistema electoral contemplado en la Constitución para renovar los poderes federales también contribuyó a crear conflictos que pusieron en duda la solidez de la República federal.

·         El intento reformista de 1833 dividió a los liberales en radicales.

Centralismo:

En 1835 deja de estar vigente la Constitución federal de 1824 y entre 1836 y 1847 rigen al país dos constituciones centralistas: “Las Siete Leyes”, que entran en vigor en 1836 y las “Bases Orgánicas” de 1843.
El cambio del sistema federal al central provocó rebeliones en Zacatecas y en Texas. La primera fue sofocada, pero la segunda sirvió de pretexto para la independencia texana.

 Segundo periodo del federalismo:

(Se denomina Segunda República Federal al período que va de 1846 a 1853, durante el cual volvió a estar vigente laConstitución Federal de 1824 con un Acta de Reformas aprobada en 1847.)

La Segunda República Federal se establece en medio de la Guerra con Estados Unidos. El Constituyente sesionó en plena guerra y las elecciones para renovar los poderes federales en
1848 tuvieron lugar con gran parte del país ocupado por las tropas norteamericanas, incluida la capital.
Los dos presidentes que fueron constitucionalmente electos (José Joaquín de Herrera y Mariano Arista) tuvieron que hacer frente a la bancarrota de la hacienda pública y a las sublevaciones en los estados. Gran parte de la indemnización que pagaron los norteamericanos por la pérdida de California y Nuevo México se empleó a estos fines, incluida la pacificación de Yucatán.

El federalismo es pausado de nuevo:

En 1853 se interrumpe nuevamente el orden constitucional y Antonio López de Santa Anna ejerce el poder dictatorial mente.

Se reanuda el federalismo:

La Revolución de Ayutla, que derroca a Santa Anna en 1855, abre paso a un gobierno provisional que convoca a un nuevo Constituyente.
La Constitución de 1857 restablece el sistema federal, fortalece al
Poder Legislativo y lo deposita en una sola cámara.
La Constitución de 1857 estableció la libertad de cultos y liberó a
los ciudadanos de la obligación de pagar diezmos a la Iglesia
por temor a la coacción estatal. Las garantías individuales
quedaron claramente definidas, para garantizar su inviolabilidad.

Proceso de centralización política:

El proceso de centralización política comenzó durante la República restaurada y continuó durante el Porfiriato. Mediante arreglos informales, reformas constitucionales que limitaron el poder de la corte y el control por parte del presidente y los gobernadores de la integración de las cámaras, se logró una gran concentración de poder en el presidente de la República.

A partir del triunfo de Álvaro Obregón se inicia un nuevo proceso de centralización política que se vio reforzado a partir de la rebelión delahuertista de 1923.
A partir de 1929 este proceso, que se había basado en el carisma y la fuerza militar de Obregón, se institucionaliza mediante la creación del Partido Nacional Revolucionario (PNR), que agrupa a una gran cantidad de partidos regionales.

Proceso de descentralización:

A partir de 1982 se observa un cambio importante en la tendencia hacia la centralización que caracterizó al país desde 1867, al iniciarse un proceso de transferencia de recursos del gobierno federal hacia los estados y los municipios.
Esta tendencia, que se acelera en 1990, incluye la federalización del gasto público ejercido en ciertos sectores, destacando las experiencias en educación y salud. Estos cambios van acompañados de una creciente competencia electoral, que se ha traducido en gobiernos divididos tanto a nivel federal como en los distintos estados.

jueves, 3 de noviembre de 2011

3 DE NOVIEMBRE 2011
ORDEN DEL DÍA
1. Revision de blog por equipo con retroalimentación.
2. Explicación del mapa mental (free mind).
3. Para la ventanilla 4 realizar 2 mapas mentales de las 2 lecturas de recursos.
4. Tarea: revisar ventanilla 5 “federalismo y centralismo” y contestar las preguntas siguientes:
1.       ¿A que se le llama federalismo y centralismo?
2.       ¿Cuáles son sus bases legales?
3.       ¿Cuales es la relación pasado-presente tendencias actuales (EN MEXICO Y EN EL MUNDO)?
4.       ¿Cuál fue la conformación territorial durante estos procesos?
5.       ¿Cuáles fueron los cortes diacrónicos del federalismo y centralismo? (una línea de tiempo)
6.       ¿Que sucedía en el mundo? (mínimo 6 regiones de América, 2 Europa, Asia y África)
7.       ¿Cuales fueron los sucesos de cada proceso?
8.       ¿En cual momento de estos procesos se ubica tu tema?